La Confraternidad de Iglesias Evangélicas Inc. de San Pedro de Macorís, en virtud de las palabras expresadas el día de ayer por el Obispo de la Iglesia Católica de San Pedro de Macorís en el marco de la celebración del día del Poder Judicial, quiere edificar a la opinión pública y al pueblo en sentido general en lo siguiente:
Por resolución de la Honorable Sala Capitular del Ayuntamiento Municipal de esta ciudad, se celebra cada 10 de enero el Día Municipal del Perdón, actividad que ha venido organizando la pastora Salvadora Sabino y el Ministerio que ella dirige con el apoyo de la Confraternidad de Iglesias evangélicas y la comunidad cristiana.
Este evento aglutina todos los sectores organizados de la ciudad, entiéndase político, social, educativo, comunitario y demás. No es una simple actividad de corte religioso, pues la intención es que todos los que de una forma u otra participamos en la conducción de los asuntos de la ciudad, tomemos un tiempo para reflexionar, pedir perdón y recibir perdón, por los posibles errores cometidos en perjuicio de nuestro prójimo y nuestro Dios.
Por tales motivos, no creemos que sea una provocación o un irrespeto el que este año se hayan hechos los arreglos para que tan significativo acto se celebre en la Plaza Padre de la Patria (antiguo Parque Salvador Ross) frente a la Catedral San Pedro Apóstol. Dicho espacio se ha utilizado en el pasado para diferentes actividades, las cuales consideramos de mucho menor virtud y provecho espiritual para la ciudad que el Día Municipal del Perdón. Además, hacemos memoria de eventos que se consideran manifestaciones culturales que allí se han realizado y nada ha pasado.
Por tal motivo, apoyamos la realización del Día del Perdón, no importa el lugar que se realice, creemos que es tiempo de perdonar y recibir perdón. El perdón sana, restaura y da vida.
Hacemos un llamado a la población de San Pedro de Macorís a reflexionar en los beneficios espirituales para nuestra sociedad que representa que: la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, dejemos a un lado el rencor, la indiferencia, la falta de empatía y amor al prójimo. Más bien nos humillemos de corazón sincero ante Dios para que vengan tiempos de refrigerio a nuestro San Pedro de Macorís que tanto lo necesita.
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