Hola,
quiero escribirle esta Correspondencia a usted a quien admiraba como
profesional de la Salud, persona con dulce voz, persona que convencía a una que
otra persona.
Cuando grande
es saber que esa admiración hacia usted como profesional cambio en el momento
mismo que ocupo una posición Legislativa, se convirtió en alguien que no
perdona a sus rivales.
Usted
avasalla y cuando no puedo lograr las cosas las arrebata, utiliza miles de
artilugios, llora y es capaz de las cosas más inverosímil que una persona se
pueda imaginar.
Va por esos
caminos en materia política como un huracán que destruye todo a su paso, y hay
de aquel que no esté a su favor.
Yo he
recibido de esos vientos huracanados que usted va dejando a su paso, he tratado
de resistir sus intrigas.
Hoy estoy
en un lugar donde realizo mi trabajo con honestidad a toda prueba, no tengo
nada, solo lo que he logrado con mi esfuerzo y dedicación al llegar a San Pedro
de Macorís, proveniente de una Comunidad Cañera.
Usted
olvida fácilmente cuando hace daño, pero no cuando alguien, no le favorece con
un comentario.
Recuerde
Señora Funcionaria, todo tiene su Alfa y Omega, el Sol brilla en la mañana y
se oscurece en la noche, la Luna Brilla en Ocasiones y pierde su luz también.
Sus
agresiones a mi persona de manera indirecta quizás me afecten en lo profesional
pero no en lo emocional.
Ando y andaré
con mi frente bien en alto.
Usted
aspira a una posición más alta, usted quiere ser igual que otra legisladora a
quien admiro por ser una luchadora y porque conozco su trayectoria política, aunque
no sea Santo de mi devoción.
Pero usted
de la forma en que actúa, jamás merecerá mi admiración, la saludare por educación.
Quizás usted
logre callarme la boca pero no mis pensamientos.
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