domingo, 2 de octubre de 2011

El buen y sufrido maestro dominicano.

Siempre se ha dicho que un buen maestro es aquel que trabaja por vocación, pero también hay que saber que el maestro es humano y necesita equiparse de sus ropas y estar bien alimentado para poder impartir una buena docencia.

En otros países los maestros reciben del gobierno todo lo necesario para que no estén preocupados y sus mentes solo estén concentradas en sus lecciones, aquí en dominicana, el maestro le debe a todo el mundo y cuando llega el veinticinco no sabe qué hacer con el mísero sueldo que gana, donde la mayor parte se queda en la cooperativa y en todos los demás bancos que presten dinero.

Esto sin contar a los usureros que a veces le hacen guardia en la puerta de la escuela desde el día veinticuatro por si acaso, el maestro sufre tanto que hasta los alumnos lo ponen loco cuando se dan cuenta de la cuenca que tiene su maestro.

Un día yo le debía dos mil pesos a un prestamista que por demás era amigo mío, al yo no poderle pagar, una tarde día veinticinco, estoy yo pasando la lista y cuando cuento mis estudiantes noto que hay uno demás, al observar bien, me doy cuenta que era el prestamista que estaba sentado en una de las últimas butacas.
 ¡Qué vergüenza!

Tratando yo de aparentar y acomodarme un poco, con mucho sacrificio otro día  compré una pasola honda de la más barata, pero muchos de los estudiantes tenían pasolas modernas, por lo cual uno de ellos me relajaba tanto que tuve de la vergüenza que hacer un préstamo en la cooperativa y como Dios me ayudó compré un carro honda civic modelo 87 el cual todavía tengo, esto fue peor para mí, porque a cada momento me sorprendía en cualquier esquina alguien de mis estudiantes quedado por gasolina, o sino; pinchado uno de los neumáticos que parecían vejigas.

Uno de ellos me molestaba tanto que delante de la gente, no importa donde me viera, se me acercaba con una sonrisa irónica y me decía, profe; y cuando es que usted va a comprar un carro nuevo, yo tragaba en seco y le contestada, mi hijo los maestros somos personas humildes, tu nunca ha visto un maestro rico, el maestro no es vanidoso, él me miraba fijamente y provocado aceleraba su pasola nueva para luego estallar con una carcajada burlona. Con el tiempo supe que lo habían firmado los Cachorros de Chicago con una millonada de dólares.

Lo que le puso la tapa al pomo fue que varios años después, una tarde que salía yo cansado de la escuela, en una esquina próximo a mi casa, por poco me choca una yeepeta nueva del año que venía como la "jonda del diablo" y para colmo el que la conducía, casi encima de mí bajó su vidrio ahumado y me dijo muerto de la risa.

--Profe, ¿y todavía usted anda en esa carcacha de carro?.
Yo con el corazón en la boca del susto, me quedé sudando frío y todavía hoy sufro cuando recuerdo ese momento, porque ni siquiera me dio tiempo por lo rápido que se fue el desgraciado muchacho en su yeepeta nueva, de hacerle aunque sea una señal malapalabrosa de esa que se hacen con el dedo mayor cuando uno no puede hacer otra cosa...
                        
  
 Prof. Luís Alberto Pérez Ubiera.
          Cholo-perez@hotmail.com 

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