LONDRES. AFP. Los graves retumban, las luces están bajas y la pista de este club de Londres está abarrotada. Es fin de semana y un joven se lo está pasando en grande: hasta que alguien le roba su globo. Vestido de Spiderman, el niño de 4 años corre a quejarse a su padre, que está apoyado en la barra del bar y que le dará un palito fluorescente como consuelo.
Es una escena cualquiera de un día de discoteca en familia, una nueva moda londinense que permite a juerguistas del ayer volver a las pistas de baile con sus hijos.
“Vaya idea genial: cerveza, baile y niños. ¿Qué más se puede pedir?”, se pregunta Paul Crawley, de 34 años, balanceándose en la pista con su bebé Camille. “Lo peor es que ayer me invitaron a salir, pero dije que no porque quería estar sobrio para esta fiesta”.
Este club del sur de Londres organiza normalmente fiestas que se alargan hasta la madrugada, pero durante un par de horas el sábado por la tarde se parece más a una guardería.
En la zona “chillout”, las madres dan el pecho a sus bebés en sofás de piel y al ritmo de un rock tranquilo, mientras algunos niños más mayores pintan y dibujan en unas pizarras sobre las que se proyectan imágenes en movimiento.
Entre tanto, en la pista suena música house, funk, drum’n'bass y otros estilos electrónicos a un volumen considerable, aunque los organizadores aseguran que no es malo para el oído de los niños.
El rey de la pista es Caelan, un muchacho de cinco años con unos zapatos deportivos blancos impecables. “¡Al ritmo!”, dicta su padre, Michael Edie, mientras una niña vestida de princesa mira admirada al muchacho. Caelan lleva desde los tres años tomando lecciones de baile.
Su padre es disck-jockey en una emisora de radio de Londres y lo mira desde el borde de la pista. “No me verás bailar, no soy la mitad de bueno que él”, dice entre risas.
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