Algunas veces Roberto y yo después de haber cumplido con nuestra jornada educativa, nos sentamos en el Malecón a disipar y a tomar el aire fresco del mar, cundo podemos compramos alguna bebida y entre comentarios y miradas a las féminas que pasan por nuestro lado, pasamos un rato agradable que casi siempre concluye con dolor de barriga por la risa que nos provoca la presencia de un primo de Roberto, el cual parece que nos vive acechando, porque siempre llega a la hora de destapar el pote.
Este personaje, es de los sujetos que existen que nunca se hacen hombres, tiene aproximadamente ochenta y cinco años y toda su vida ha bebido a costa de los demás, pero todo por sus jocosidades y los momentos agradables que le hace pasar a uno desde el mismo momento en que se aparece.
La penúltima vez que se nos apareció al instante de destapar la botella ya estaba sentado a nuestro lado y sin ni siquiera dar el saludo, mirándonos fijamente y hasta con cara de preocupación nos dijo.
-Muchachos les voy a decir algo...
-Anoche no pude pegar los ojos- dijo con expresión parca.
-Seguro que cenaste muy pesado antes de acostarte- le contestó Roberto al viejo.
-No ombe, era que tenía la nariz en el medio- ripostó de inmediato.
La risa no se hizo esperar por parte de nosotros y de los que estaban a nuestro alrededor.
Este hombre es un fenómeno, a su edad todo el mundo lo quiere en el malecón y siempre se va borracho sin comprar ni una pequeña, él pasa la noche haciendo chistes y cosas por el estilo.
El colmo fue, que el último día que se nos apareció de repente como siempre, al sentarse a nuestro lado inmediatamente nos dijo.
-Bueno muchachones, ahora si, fui al médico y saben lo que me dijo.
-Qué te dijo- pregunté yo rápidamente.
-Me dijo que me alejara un poco de la bebida.
Antes de que Roberto hablara, nos miramos y nos frotamos las manos pensando en que por fin nos iba a rendir un poco más nuestra botellita y es entonces que Roberto interviene.
-Anjá, y qué tú vas a hacer ahora- preguntó con maliciosa sonrisa.
-OH, ahora yo ando con cuatro calimetes y los empato, y los tragos, mira como me los bebo desde lejos, su vaso lo colocó a una prudente distancia y absorbió sssuuuis...
Autor:
Prof. Luís Alberto Pérez Ubiera.
Cholo-perez@hotmail.com
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