Cuando la aeronave sobrevolaba el litoral de Gran Tarajal, nació el pequeño Randolf Alexander, que sólo tenía 8 meses de gestación y con un peso de 2,900 kilos. El encargado de su asistencia sanitaria fue el médico Víctor Gómez, un veterano del SUC que lleva diez años desempeñando su labor profesional y cinco de ellos en helicópteros. "No me enteré de nada por el dolor tan intenso que tenía. Por el ruido del aparato, ni siquiera oí al niño llorar. Estaba muy débil por la sangre que había perdido y por el esfuerzo para expulsarlo. Luego ya me lo pusieron sobre mí y fue un momento emocionante", señaló ayer la madre dominicana.
Naiyebe llegó a Fuerteventura desde Pozuelo de Alarcón, en la provincia de Madrid, el pasado mes de agosto y embarazada de cuatro meses tras separarse de su actual pareja. Lo hizo sola, sin ninguna otra compañía que el bebé que estaba engendrando, ya que sus otros dos hijos (Aiderson y Melany), fruto de una relación anterior, se encuentran con su padre en Madrid. Aquí la acogió inicialmente una amiga en la localidad turística de Morro Jable " pero no había mucha química en la convivencia y me marché de la casa". Actualmente comparte piso con su amiga y paisana Saidi Calderón, " un encanto de persona porque me ha ayudado mucho".
El embarazo de Naiyebe se desarrolló con absoluta normalidad " hasta las dos últimas semanas, que comenzaron las molestias y por eso se adelantó el parto". Además, añadió, que " cuando fui a la última revisión me dejaron tres días ingresada en Puerto del Rosario y me dieron el alta el día 24. Esa madrugada fue cuando me evacuaron por la hemorragia que presentaba".
Naiyebe tiene claro quienes serán los padrinos del pequeño Randolf, nombre en honor a su padre. "Será mi amiga Saidi y el más que manda en la Sanidad de Canarias (en referencia al consejero Bañolas) porque a ellos les debo mi vida y la de mi hijo". También reconoce "el trabajo que realizaron el médico y el enfermero del helicóptero, así como el personal del Centro de Salud de Morro Jable, que se volcaron conmigo para que todo saliera bien".
Randolf Alexander permanecía ayer ajeno al ajetreo que se había montado en la casa de Saidi, en pleno corazón de Morro Jable. Ni siquiera el 'flash' de la cámara de Carlos de Saá le hizo despertar de su plácido sueño, como tampoco el ruido de Ebandro y Jazmín dos pequeños que revoleteaban por todos los rincones del pequeño piso.
"Sólo se despierta cada tres horas y es cuando le doy de mamar", comenta la feliz madre dominicana.
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