Aquel hombre misterioso, apareció de repente sentado en una silla del bar., hecho que confirma una vez más que en todos los tiempos suceden cosas extrañas, que nunca se llegan a comprender, ni tampoco nadie ha podido dar explicaciones lógicas de casos como este, por eso, casi siempre y a través del tiempo, se narran de generación en generación llegando a caer dentro del folklore de los pueblos.
Aunque siempre existen personas que afirman que estos casos raros son comunes en nuestro planeta.
En los años de la década de 1980 corrió un rumor aquí en San Pedro De Macorís, que todavía en estos tiempos no falta quien hable de esto.
Es el caso que ocurrió en el negocio denominado para esa época con el mismo nombre de la década, “El ochenta”; ese punto es conocido por todos los petromacorisanos y no es más, porque precisamente allí, “sucedió” un hecho raro que todavía algunas personas comentan, aunque es posible que esto no sea más que producto de la ignorancia y las supersticiones que son tan comunes en países subdesarrollados como el nuestro.
En este bar., situado entre las calles Mauricio Báez esquina Comandante Pichirilo, cuentan los visitantes que lo frecuentaban, que una noche de mucha actividad se observó de repente a un señor elegantemente vestido de blanco y reflejando en su boca la luz chocante con todos los dientes de oro que mostraba su amplia sonrisa.
Uno de los sirvientes se le acercó, procediendo el visitante a pedirle un servicio de ron, al recibir su pedido, grande fue la sorpresa para el sirviente, porque antes de llegar a la cantina escuchó una estruendosa voz que dijo:
-Tráeme otro...
El mozo observó, aunque no dijo nada a nadie, que dicho señor se tomó de un trago todo el contenido de la botella, pero cumpliendo con su trabajo le trajo el segundo pedido, pero también ocurrió lo mismo; cuando iba por el tercer servicio, nuestro personaje invitó a bailar a una dama que estaba sentada cerca de él, la cual aceptó de inmediato la invitación y al ritmo de la guitarra se escuchaba la siguiente melodía:
“Vine a buscarte morena
Y no te voy a dejar, tienes
que irte conmigo necesito
tu presencia y no te puedo dejar
Morena vine a buscarte cariño
vámonos ya necesito tu presencia
y no te voy a dejar”...
Dicen los testigos oculares visitantes allí, que cuando este señor estaba bailando, lo hacía tan bien que todos los presentes fijaron su mirada para la pista de baile.
¡Pero, qué sorpresa! Los pies no se le veían en el suelo; sino, según cuentan, estaba suspendido en el aire y al terminar la pieza musical, grande fue la nueva sorpresa para el mozo y todos los presentes, cuando este extraño bailarín que nadie de los que estaban ahí conocían, se sentó de nuevo donde antes estaba, procediendo el mozo, muy asustado, a entregarle el tercer pedido junto con la cuenta, porque es ahí cuando recibe la bebida, destapa la botella, se toma el contenido de un sorbo, exclamando al tiempo de desaparecer de la vista de todos los presentes.
-Esto lo paga Blanquito-dijo...
Blanquito era el dueño del bar. y nunca dio una explicación satisfactoria sobre este raro caso ocurrido en su negocio, aunque las malas lenguas afirmaban que él sí tenía que ver con esto. Lo que sí se sabe y se ha quedado grabado en la mente de los petromacorisanos y en ocasiones alguien las pronuncia, son estas palabras:
-“En el 80 salió el Diablo”...
Algunos días después, llegaron de parranda unos jóvenes dinámicos, de los que no creen en las entretenciones que a veces son producto del sistema político para desviar las tensiones de los pueblos ignorantes, causada por una mala administración. Estos se sentaron coincidencialmente en la misma mesa donde días atrás se había sentado el personaje que se dijo antes, era el Diablo. Estos alegres muchachos pidieron algunos tragos y al poco rato de estar disfrutando del ambiente bachatero tocado en vivo por los músicos, se acercó a la mesa un perro realengo de los que merodeaban las frituras de los alrededores en busca de los huesos que dejaban caer los que comían en el lugar, sorpresivamente el más dinámico de los cuatro jóvenes, agarró dicho animal por el cuero del lomo, sin importarle la sarna pegada a todo su cuerpo ; lo subió sobre la mesa, le pegó tremendo trago de ron puro y como esto fue en fracciones de segundos, provocó una sacudida violenta del canino, haciendo caer todo lo que había encima de la mesa , ocasionando el corredero de todos los parroquianos, incluyendo a los músicos que tocaban la fiesta, por lo cual este hecho fue relacionado de inmediato con el mismo que desde días atrás todo el pueblo comentaba:
¡Volvió a salir el Diablo en el 80!...
Luis Alberto Perez
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