lunes, 11 de abril de 2011

El Cristal De La Muerte

                        
Por EL Profesor Alberto Perez
De repente, oyó los gemidos tiernos de su última hija que tenía unos meses de nacida.
Sentada estaba en una silla tejida de hojas de guano en el patio de su casa, Faustina, de treinta y un años de edad, casada, madre de varios hijos, nativa de Sabana De La Mar, pueblo costero situado al Este de la República Dominicana.
En su comunidad hablar de Angelita como le llamaban de apodo, era hablar de una mujer decidida, valiente y que le pesaba el ruedo de su vestido. Junto con su familia, enfrentaba las adversidades de la vida en su humilde hogar, sin esperanzas, sin una luz que iluminara el camino que conduce al futuro, donde la sociedad se desgarra, víctimas de las promesas hechas a las personas puras, que como ella todavía creen en el hombre.
-Tráeme la niña- gritó, dirigiéndose a su hermana que estaba en el aposento y había venido esa mañana a hablar un asunto con ella.
-Toma tu “mica” tan llorona – le expresó la hermana al tiempo que le brindaba tiernamente algunos cariñitos de gracia a su sobrina. La madre extendió los brazos y al abrazar a su niña, sintió el deseo de obtener la manera de salir adelante para así construirle un futuro mejor a sus hijos, evitando que fueran otras víctimas de las injusticias.
Al desabrigar su pecho, la niña buscó instintivamente aquellos pezones tan puros que serían luego los que marcarían para siempre su destino.
-Cuéntame manita.
-¿Qué te trae por acá?- preguntó, aprovechando el momento en que amamantaba a su hija.
-Mira Angelita – contestó la hermana, estuve indagando acerca de un viaje que saldrá en los próximos días, creo que es la oportunidad que siempre hemos esperado, es un viaje seguro y espero que te animes para salir de una vez y por todas de esta miseria que siempre nos ha tocado vivir, porque para nosotros los pobres, nunca hay regocijo, mientras existan tantos privilegios a grupos determinados.
Faustina se quedó pensando unos segundos...
-¿Tú crees?- preguntó de repente.
-Sí – contestó su hermana, el viaje sale dentro de tres días y tengo el presentimiento de que nos va a ir bien.
-¿Y el dinero?
-¿Dónde lo encontraremos para pagar el pasaje?
-Lo tomaremos prestado a interés, o si no, hipotecaremos la casa, que fue lo único que nos dejaron los viejos de herencia – contestó la otra.
Después de haber conversado por un buen rato planificando la estrategia a seguir, las dos hermanas se despidieron con mucho cariño, luego, al quedar sola, aquella propuesta seguía martillándole la mente de pronto; sacudió la cabeza a ambos lados para luego fijar sus ojos en su hija, que ya satisfecha, se había quedado dormida arrullada en su regazo, todavía con uno de sus pezones en la boca.
Unos días después, en un escondite de la costa, un grupo de personas esperaban nerviosos la orden de abordar la pequeña embarcación y en medio de la oscuridad, casi al borde de la desesperación, apareció de repente un hombre desconocido hasta ese momento, de aspecto rudo, mediana edad y cabellos crespos, con una lista en su mano derecha, su voz potente no se hizo esperar.
-Fulano de tal... - comenzó pronunciando los nombres con que se habían anotado cada uno de los pasajeros.
-Presente... - iban diciendo al momento de subir al vehículo que los transportaría camino del infierno.
Después, rápidamente la yola empezó a moverse fijando su dirección, hasta que fue tomando velocidad, perdiéndose luego en medio de aquel cristal azulado quien era el que ponía las reglas a todos los que se aventuraban a probar el sabor de aquella peligrosa travesía.
Todo iba saliendo a la perfección, la mar estaba tranquila y el tiempo indicaba que el momento era ideal para su aventura, pero en la madrugada, súbitamente, la mar empezó a agitarse brusca y tempestuosa y el capitán de aquella frágil embarcación se apresuraba a maniobrarla, tratando de cruzar el canal de la muerte lo antes posible.
¡Todo era inútil!
La sobrecarga de pasajeros ilegales que trataban de llegar a Puerto Rico desde territorio Dominicano, junto con el mal tiempo que se presentó de improviso, hicieron que la yola cogiera por rumbo equivocado y para colmo, de tanta fatiga, tratando de equilibrar la embarcación en aquellos tormentosos momentos, el capitán murió de un infarto al miocardio.
Al quedar sin capitán y sin rumbo fijo, faustina sintió un escalofrío que estremeció todo su cuerpo.
-Ave María purísima – exclamó, al tiempo que se persignaba devotamente.
Pasaban las horas y algunos pasajeros trataban de tomar el lugar del capitán, pero ninguno tenía conocimiento de navegación y aquella pequeña embarcación, al quedar sin combustible, anduvo a la deriva, perdida en aquel inmenso cementerio de aguas tormentosas y plagadas de gigantescos Tiburones.
Al llegar el momento de dolor en aquellos días de angustia, Angelita paría de nuevo, al tener que amamantar y salvarles la vida a sus dieciséis compañeros de infortunio, a ella misma y a su hermana, quien sin darse cuenta, con sus senos, construía el futuro que tantas veces había soñado en los momentos que daba de mamar con tanto amor a sus verdaderos hijos y por su dedicación, bondad y devoción, el destino la premiaba en medio del tormento, siendo rescatada después de doce días de muerte, junto con todos sus vástagos sanos y salvos, logrando alcanzar de esta manera el sueño que fue tantas veces causa de sus desvelos, convirtiéndose de repente en una mujer famosa por su acción de amor, buscada, conocida y admirada por todo el mundo, a la vez que aseguraba en el aspecto económico el futuro de ella y de sus hijos; bautizándola por haber “nacido de nuevo”, con el nombre de la heroína Dominicana, teniendo por sobrenombre “La Angelita De La Mar”.




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