Por el Profesor Alberto Cholo Perez
Se había terminado la zafra y los bateyes quedaron dormidos cuando se dejó de oír el ruido ensordecedor y el pito de las locomotoras fichas 17, 18, 19... que transportaban la caña hacia el Ingenio, había llegado el tiempo muerto y los trabajadores quedaron como siempre, sin un centavo y como entretención, el juego de pelota, gallos, dominó y otros juegos que por tradición siempre han acompañado a estas personas que habitan estos lugares llenos de incomodidades, tiempos de hambre y todo tipo de calamidades que sufren estos pobres seres, que parece que han sido olvidados por el Creador y recogidos por las garras de Satanás, disfrazado de una privatización capitalista, cruel y despiadada.
La entretención más popular de un batey es el juego de pelota, por eso; los domingos son los días más esperados por todos los que viven en esos alrededores.
Este domingo; por ejemplo, el batey recibe el equipo de la otra división, el dirigente hace una recolecta para reunir algunos fondos económicos y así prepararle comida a los visitantes, que no es más que un buen condimentado locrio de “pica pica”.
La recolecta comienza y todos aportan de acuerdo a lo que han podido conseguir durante la semana, Kikito el receptor aporta dos pesos, Papote, Rafi, Puchú, Tontón, Thomás Guerrero... en fin, todos cooperan con algo, luego las mujeres se encargan de preparar la comida.
Al fin llegan los visitantes, todos en caballos, a pie o en una carreta tirada por bueyes que a veces el mayordomo les permite utilizar para estos fines. Cuando están ya practicando en el terreno de juego, se oyen los comentarios: - ¡Qué uniformes tienen, hechos de sacos de macario!...
- ¡Ese pichel si tira duro!
- ¡Qué grande es el tercera base! – dice otro.
- ¡Qué negro más feo! - comentan las mujeres.
Cuando terminan las prácticas, los jugadores de la casa entran al terreno, el árbitro, que es cualquiera de las personas que están presentes, sin saber nada de pelota ni cantar ningún tipo de jugada, con su machete o cuchillo en la cintura, al ser elegido; se coloca detrás del pichel y canta play boll.
¡El juego ha comenzado!
Ya en el séptimo inning, el equipo visitante está ganando el juego ampliamente. El play que es un pedazo de tierra sin ninguna condición, ubicado detrás del batey, está lleno de fanáticos que apoyan su equipo, muchos muchachos, los cuales se encargan de buscar las bolas foul que caen dentro del campo de caña exhibiendo una gran destreza, siendo estos los futuros jugadores .
Todos gritan consignas a favor de su equipo, mujeres, viejos, haitianos, en fin, este es un gran día.
Algunas mujeres gritan cuando batea el cuarto bate de su equipo.
- Si la mete a la caña te doy la llave de mi cuarto.
- Si empuja esa carrera me acuesto contigo esta noche – vocifera una graciosa negra.
Así va pasando el tiempo hasta que ya en el noveno inning, perdiendo siempre el equipo de la casa, hasta el árbitro que también es fanático cantando todo a su favor, aunque nada le ha valido porque como quiera su equipo sigue perdiendo y ya en los finales del juego, cuando el pichel contrario tira la bola medio a medio, el bateador que es de su equipo favorito; pero ya dando el juego por perdido, mira al árbitro para saber cual ha sido su decisión, ya que este no ha cantado nada, de repente y para su sorpresa oye al árbitro cantar de esta manera.
- ¡“Qué e' lo que tú me ta' mirando no me joda, tú no sabe que fue etray”!... Y con estas y otras palabras características de este ambiente sano y entretenedor de los bateyes de los Ingenios azucareros de nuestro país, termina el primer partido, hasta esperar el juego de la tarde con la esperanza, los de la casa, de que en éste tendrán mejor suerte.
Este acontecimiento es tradicional en el llamado tiempo muerto, el cual termina cuando de nuevo suena el pito de las máquinas ( Locomotoras ) y todos vuelven a sus carretas y al corte de la caña, porque de nuevo ha comenzado la zafra, sinónimo de explotación y maltrato...
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