La educación en la República dominicana, está en uno de los últimos lugares de todos los países que ocupan los territorios del continente Americano en cuanto a calidad se refiere.
Esta es la principal causa por la que el país se mantiene estancado y muy lejos de lo que es un verdadero desarrollo progresivo; por consiguiente, esto produce que en el país se cultive la delincuencia que en los últimos años azota los pueblos y los campos en toda su extensión.
También produce que las familias al no tener la educación necesaria se desintegren fácilmente y es ahí, que los hijos al ser dispersados sin protección de los padres ni del gobierno, a veces reclutados por corruptos de las esferas del poder y de instituciones no confiables, caen en las llamadas bandas, causantes de los atracos, secuestros, violaciones a mujeres y todo tipo de delincuencia que existe en la actualidad.
Nuestra educación es tan deficiente, que se refleja en todas las estructuras de nuestro sistema educativo en general, iniciando por la Secretaría de Estado de Educación y terminando en los maestros y maestra que imparten docencia en las aulas.
Los secretarios de educación son políticos nombrados por el gobierno sin tomar en cuenta, que un ministro de educación debe ser una persona entregada a la misma y que lleve dentro de sí los ideales educativos que mostraron y nos inculcaros Juan Pablo Duarte, Salomé Ureña, Eugenio María de Hostos y muchos otros grandes pensadores de nuestra educación que nunca pensaron en bienes personales ni materiales ni en hacer negocios generadores de recursos para beneficios personales, negocios que en los últimos años se han visto claramente en la impresión de libros de textos perdidos en los almacenes vistos por mis propios ojos, fabricación de butacas, impresión de exámenes para las pruebas nacionales, en el desayuno escolar, construcción de aulas y verjas sobrevaluadas, viajes al interior y al exterior derrochando el dinero del pueblo en hoteles lujosos y un sinnúmero de actividades que se inventan los funcionarios de educación.
En cuanto a los programas de capacitación y los talleres que se imparten a los maestros y maestras, estos no son más que justificaciones de gastos y de sueldos ya que en muchos casos los técnicos facilitadores no tienen ni la menor idea de lo que están haciendo y muchas veces los receptores están más capacitados que ellos y nunca se les da seguimiento a estos talleres para comprobar alguna mejora en las áreas tratadas.
Las becas que se distribuyen para la preparación de los docentes en los grados de licenciatura, postgrado, maestría y doctorado, luego de haber terminado dicho curso, estos son casi siempre pensionados o degradados y en su lugar nombrar a un compañero de base del partido, perdiéndose así el dinero y el esfuerzo logrado, así como también el aporte que pudo haber dado este maestro o maestra que fue capacitado para mejorar la educación.
Todo esto ocurre porque la política partidista ha incursionado negativamente en todas las áreas de nuestra educación.
Los nombramientos de directores regionales, de distritos y de escuelas públicas se realizan por política y no por capacidad como debe ser a través de concursos abiertos como establece la ley de educación, pero que estos concursos sean reales y no manejados políticamente como se realiza en la actualidad.
Los maestros y maestras que se nombran últimamente, son recomendados por los gobernadores, diputados y senadores de provincias y por otros funcionarios del partido en el poder aun este no tenga los grados ni la capacidad necesaria para impartir una buena docencia. Las recomendaciones de maestros capacitados salidos de las escuelas normales y de universidades, si no son del partido, son engavetadas por los directores de distritos, lo que sepulta el interés de estudiar con amor la carrera de pedagogía.
El sistema educativo dominicano a través de la política, prefiere maestros no pensantes que maestros pensantes, esto así porque pueden ser manejados con facilidad y los reclamos se satisfagan al acomodo de los gobiernos en combinación con los sindicalistas que ahora junto a todas las escuelas públicas son comités de base de los gobiernos de turnos.
Por eso, el maestro dominicano no tiene casa propia, no puede comprar un carro ni posee ningún tipo de facilidades que mejoren su situación y su condición de vida, por lo que cada día es más pobre.
En cuanto a la vida personal del maestro y la maestra, directores/as y técnicos dominicanos, producto de todas estas anomalías, según encuestas realizadas, los mismos presentan algunas anomalías conductuales contraria a lo que debe ser un verdadero ente educativo.
Estas encuestas han arrojado que en las hembras, el 25% son solteras, un 18% es divorciada, pero mantiene relaciones con alguien, un 15% es casada, pero tiene que mantener y sufragar casi todos los gastos de la casa para mantener su honestidad, el 10% se prostituye, un 20% tiene marido sin casarse dentro de la casa, un 7% comete adulterio y un 5% vive relativamente feliz siendo este porcentaje perteneciente a alguna religión o casada con un profesional de otra área que lleva una vida organizada.
Los varones por su parte en un gran porcentaje, llevan una vida desorganizada, muchas deudas, con poca responsabilidad en el hogar, les gustan las parrandas y los juegos de azar, principalmente loterías, gallos etc. con los cuales trata de mejorar su crítica condición de vida y por lo poco que se gana en educación, se hunde cada día más en la miseria.
Otras investigaciones han arrojado, que este personal educativo, no es culpable de la mayoría de estos males que los afecta, los verdaderos culpables de esta tragedia son los gobiernos que hemos tenido y su política, que siempre han descuidado este campo aparentemente adrede con asignaciones presupuestaria deficientes para que el pueblo no desarrolle pensamientos profundos y su gente no vea más allá de la realidad de un país atrasado y así poder gobernarlos a su antojo.
Nuestros maestros y maestras, llevan la peor parte, ya que a pesar de lo poco que ganan, los directivos del sindicato, la cooperativa y el seguro que los representan, viven de sus sueldos y se hacen millonarios a costa del sudor de estos infelices, que no acaban de comprender que todo es un engaño.
Esta es la causa principal por la cual los maestros/as viven ahogados en deudas y sus familias pasan las mil y una noche ya que sus sueldos llegan en un porcentaje increíble, de menos de doscientos pesos mensuales ($200.00), repercutiendo esto en la educación de miles de niños y niñas que no reciben el pan de la enseñanza adecuadamente, ya que el maestro o la maestra está más pendiente del prestamista que vigila o de que no dejó la comida de ese día en la casa, que de las clases que va a impartir a sus estudiantes.
Para resolver esta situación y nuestra educación mejore, los ministros de educación deben ser escogidos por el congreso por consenso, donde participen todos los actores de la sociedad civil y este a su vez debe nombrar personal capacitado en todas las áreas del saber sin intervenciones políticas, los maestros y maestras deben ser nombrados por recomendaciones de las Escuelas Normales y las Universidades y no por recomendación del gobernador, diputado o senador perteneciente al partido en el poder.
De no ser así, seguiremos soportando funcionarios políticos y no funcionarios educativos, sindicalistas corruptos y a maestros que se dejen engañar por estas pandillas cada vez que se aproxime una contienda electoral, ya sea para elegir un gobierno o para elegir a los directivos del sindicato, al ofrecerles en esos días los famosos solares, apartamentos y aumentos de sueldos que nunca llegan luego de que pasan esas elecciones.
El maestro/a tiene que ser la clase profesional mejor pagada y más pensante de un país, sentirse cómoda y no sufrir necesidades, recibiendo un salario digno y a tiempo de acuerdo al presupuesto nacional de cada año y de acuerdo a la canasta familiar, para así poder desarrollar la educación de una manera eficaz, dando como resultado el desarrollo de la nación, eliminando el analfabetismo que en estos momentos es alarmante, según datos confiables, haciendo caso y recordando al pueblo en general, aquel refrán popular que nos dejó la sabiduría de nuestros antepasados.
¡El que nada sabe, nada vale!...
Autor.
Lic. Luís Alberto Pérez Ubiera.
cholo-perez@hotmail.com
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