sábado, 11 de julio de 2015

UN CAMPEON DERROTADO.... Una familia que vive en la indigencia total a la salida del municipio de Miches

Milagros y Félix y sus tres hijos, viven en la más extrema pobreza en
una choza en la salida de Miches hacia Sabana de la Mar.
La caida de un peso completo que obtuvo 49 victorias y ahora la vida lo pega de la soga.al colocarlo, junto a su familia en la indigencia total.

 La familia reside a la salida del municipio de Miches " “Pesco de noche, para comer en el día. Si no pesco, no hay comida” dice Felix Rodrìguez cabeza de familia, quien pese a que fue campeòn de boxeo un problema de salud lo bajò del cuadrilàtero y hace malabares para mantener los 4 miembros de su familia en un lugar ubicado a 38 kilómetros de El Seibo. Félix Zorrilla Rodríguez fue campeón nacional de boxeo. Ganó 49 peleas en peso completo y obtuvo medalla de oro en 1978. 

Recuerda que ganó en San Francisco de Macorís y fue campeón regional en 1982 de la mano de los entrenadores; Kikín Rincón de El Seibo y Víctor Pascual de La Romana. 


“Pesco de noche, para comer en el día.
Si no pesco, no hay comida”dice Fèlix Zorrilla.

 Este campeón de boxeo, apenas se sostiene en pie. Al enfrentarse con “la vida” no ha podido esquivar la “andanada” de golpes que ésta le ha asestado en el ring de la indiferencia del Estado. Muchos se preguntan ¿cómo y por qué un atleta que representó al país en juegos nacionales, sobrevive en medio de la miseria y desolación? Una angosta choza rodeada de yagua; un destartalado colchón, donde se acuestan cinco miembros de una humilde familia en la que “llueve adentro y escampa afuera”. 

Es la orilla de un camino hacia la playa que simula un Macondo cualquiera, apenas a 2 kilómetros a la salida del municipio de Miches. Ni el más indiferente escapa a tragar en seco o respirar profundo, ante el drama de pobreza y limitaciones que se observa. Allí residen, como cabeza , Félix Zorrilla Rodríguez y Milagros Peña. 

El con 58 y ella con 55 años llevan más de 7 meses viviendo, junto a sus tres hijos, algo más extremo que la indigencia.
Milagros: “Yo me ocupo de marotear con los muchachos 
y de la comida cuando aparece”.

 El lugar se conoce como El Morro, luego de los 2 kilómetros cuando se sale del municipio, se entra a la derecha 250 metros, por un campamento que tiene el Ministerio de Obras Públicas, que repara la vía. Estamos a 38 kilómetros de la ciudad de El Seibo y a 163 de Santo Domingo.

 Los ladridos con poca fuerza de dos perritos callejeros te advierten que hay vida. 

La choza figura abierta, aunque no están sus inquilinos, claro, no hay nada que llevar. Galones vacios, chatarras, una carreterilla para cargar agua, retazos, panchos, utensilios, cenizas y un fogón apagado te dan la bienvenida. La mitad de una silla plástica es lo único para sentarse, lo demás, son troncos de los árboles. De un lado y de otro hay tierra de la finca de Rodolfo de la Cruz. 

Ni baño, ni retrete, cualquier necesidad para el monte y el río a un kilómetro y medio. Luego de quince minutos de espera y una llamada, ellos llegan. Félix dice que se dedica a la pesca de cangrejo, “Pesco de noche, para comer en el día. Si no pesco, no hay comida” porque de la apicultura que es su segunda opción lamenta que han mermado las abejas. Futuro incierto Es el pequeño gran mundo de la familia Rodríguez-Peña. La pobreza ronda por doquier, aunque la pareja muestra buena `química`. De los hijos; Emmanuel tiene 17 años y le toca el 4to curso, Eric y Maricruz tienen 12 años. El primero lo procrearon, el otro lo criaron y la menor es de una sobrina. Ninguno figuran en las 10 mil aulas del gobierno, ni en escuelas y menos en colegios por las mismas limitaciones. 

 Félix explica que hace 8 años una inyección, lo sacó de circulación al perder sus facultades. Solo recuerda al Doctor Mazara y las dificultades que estuvo. Viajó a La Romana ese tiempo y regresó sin nada, preocupado porque solo “me interesa darle el sustento a mi familia y un techo”. 

 A pesar de vivir en “terreno comunero” a la orilla de un camino, temen que alguien lo quiera sacar y recuerda una advertencia reciente que le hizo el diputado Juan Maldonado. Mi hija teme y me dice:“papi cuidado si nos queman”. 

El campeón Félix fue campeón nacional de boxeo ganando 49 peleas en peso completo y obtuvo medalla de oro en 1978. Recuerda que ganó en San Francisco de Macorís y fue campeón regional en 1982 de la manos de los entrenadores; Kikín Rincón de El Seibo y Víctor Pascual de La Romana. 

 La botijuela Este hombre sin ninguna facilidad en la “era moderna” ni siquiera agua purificada para beber, figura ´pegado de la soga´ en la pelea de su vida. Su mujer oriunda de Mao es consagrada y ocupada de sus quehaceres y comida “cuando aparece”.. En la ruta por donde viven, se va hacia la playa El Morro que da a un cementerio indígena. A pocos metros narra, los residuos de una “botijuela”, una tinaja de la que sacaron hace pocos años, muchas morocotas de oro, enterradas desde cuando las habría sembrado Juan Capitán de Hato Mayor quien vivió en la zona para el 1909. Una dura realidad para una pareja que vive por debajo de lo imaginable y humano y que junto a sus tres hijos, esperan la mano bondadosa para reencauzar sus vidas.

Félix dispuesto hacer algo, sin las mimas fuerzas que cuando era campeón y todos a merced de una ´mano amiga´, esperanzado en un ´futuro promisorio´ u otro Milagro.

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