sábado, 27 de noviembre de 2010

Valor con humor.

Vivió y se formó en tiempos pasados en la ciudad de la Vega, el general Tancredo Saviñón, quién fue un general tan especial, que según datos obtenidos a través de documentos históricos y obras literarias, he podido comprender, que siempre han existido y seguirán existiendo personas como él.

Era valiente en extremo y poseía el don de ser solidario con los problemas que se les presentaban a los demás, siempre defendió a su pueblo y combatió a todos los gobiernos que se dedicaban a oprimir a sus gentes.

Al llegar al poder el régimen dictatorial de Trujillo, no vaciló en sublevarse y combatir abiertamente sus atropellos contra toda la nación.

Desafiaba al dictador donde quiera y como quiera, con las armas, con humor o con burla de todo tipo, pero el déspota, conociendo el valor de este nunca pudo controlar sus acciones, porque era hombre de verdad, de los pocos que existían para esa época, de los hombres que el tirano respetaba porque su valor neutralizaba las actuaciones de los cobardes.

En varias ocasiones planificó sin éxito el derrocamiento del jefe.
-¿Por qué esperar más?- preguntaba a sus seguidores.
-Todavía no estamos preparados- contestaban algunos.
-¡Claro que sí!- expresaba.
-Lo que pasa es que ustedes son unos cobardes- expresaba luego sonriendo.

Según pasaba el tiempo, él seguía luchando a su manera, en todo momento se burlaba y se reía del régimen cuando se cometían algunos de los tantos crímenes y violaciones que sucedían a diario, pero éste siempre fue vigilado a distancia por los "calieses" y todas sus actuaciones y cada paso de su vida eran conocidos por el tirano, y fue entonces cuando ya no tenía aliento y sus fuerzas desaparecieron por el paso de los años y las enfermedades, que una tarde, sentado inmóvil en un sillón de la galería de su casa, viviendo los últimos días de su vida a causa de un cáncer Terminal, fue ametrallado por un grupo de asesinos pagados por el gobierno, pero conociendo él el origen de este crimen, pudo antes de morir reírse de la muerte, de los que lo ametrallaros y del que lo mandó a matar cobardemente, al expresar este párrafo cargado de una sonrisa burlona reflejada en su rostro, mostrando con sus gestos ya moribundo, todo el humor que siempre fue característico en él.

-¡Eh, miren eso!- expresó y refiriéndose al tirano dijo calmadamente y sonriendo como si no hubiese pasado nada al momento de expirar.

-¡Mató un muerto!...





Autor.
Prof. Luís Alberto Pérez Ubiera.
Cholo-perez@hotmail.com

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