Siendo adulto, estaba yo de visita en una escuela primaria donde impartía docencia una de mis primas más admirada y querida por mí, la cual era una maestra de muchos talentos, donde en cada una de sus enseñanzas brindaba amor y comprensión a los niños y niñas que conformaban su grado.
Ese negrito de aproximadamente siete años de edad, llegó temprano en su primer día de clases al abrirse el nuevo año escolar.
Llegó cargado de ilusiones, ilusiones que los inocentes como él, imaginan en su inconsciente y las guardan en sus mentes.
Me parece que aquel negrito no durmió esa noche pensando en llegar a su nuevo ambiente, donde aprendería muchas cosas nuevas y conocería a nuevos amiguitos.
Era hijo de cocolos que vivían en los alrededores del Ingenio, todo era diferente en su humilde barracón donde nació, conocía muchos objetos por sus nombres tal como los había aprendido a identificar en su hogar, y a veces en las tardes, se deleitaba viendo a su abuelo fumándose su pipa al disipar su cansancio y a la vez sus penas en aquellas tardes oscuras, después de llegar estropeado de guiar la Locomotora que tiraba la caña desde diferentes bateyes a grandes distancias, el tiro para el abuelo era ínter diario, pero siempre hasta el amanecer.
El negrito llegó primero que todos, al ver la escuela por primera vez en su vida y el ambiente que la rodeaba, su rostro fue adquiriendo un aspecto de confusión, llegaron sus recuerdos hogareños y pensó en su mamá y los suyos, las lágrimas no tardaron en llegar con nostalgia.
La maestra al llegar, organizó a sus niños y niñas, sentando al negrito confundido cerca de ella.
Todos los ojos estaban fijos en aquel negrito llorón, pero su rostro solo se fijaba en el piso de la escuela sin mover la cabeza sollozando impotente.
La bondadosa maestra, comenzó sus lecciones y abriendo una página del libro "Nacho", luego de acariciarle la cabeza y hablarle con voz de amor de madre, preguntó al negrito.
-Dime mi niño lindo, ¿cómo dice ahí?- se oyeron las palabras de la maestra al tiempo de mostrarle el contenido de la página.
El cocolito, sin aun levantar su rostro, con los ojos llenos de lágrimas que le llegaban a la boca, junto a las secreciones que salían de su nariz, miró el dibujo que en su parte inferior tenía la palabra escrita "pipa", y a la insistencia de la maestra que no dejaba de hablarle cariñosamente, levantó la mirada sin mover la cabeza y el blanco de sus ojos chocaron con la mirada fija y dulce de la maestra al momento de contestarle sollozante.
-"Cachiiimbooo"...
Autor.
Prof. Luís Alberto Pérez Ubiera.
Cholo-perez@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario