MANUEL A. VEGA
Es el salto de mayor espesura o grueso de agua, que al caer a la charca emite un sonido que simboliza el trinar de la avecilla que honra su nombre.
La correa de agua que se desprende de su altura va a tono con la espesura vegetal, que abraza su entorno.
Las enredaderas, los árboles entretejidos y la agradable temperatura que provoca el follaje de plantas endémicas, permiten ser cómplice de la aventura que se vive al introducirse en sus aguas.
Cuando se penetra al chorro de agua, se puede observar que entre las rocas que sostienen la caída libre de agua, hay una pequeña cueva, que puede servir de refugio a cualquier mortal, que busque darle un susto a alguien.
En el trayecto, los turistas pueden participar con su vista de las excavaciones de ámbar que realizan buzos del mineral, que en cada visita que reciben, explican y detallan sobre el origen de los fósiles que se encuentran en las piedras preciosas que extraen de las entrañas de la madre naturaleza.
Además los excursionistas podrán conocer al parpar piedras de carbón mineral, que abundan en los cauces y potreros que circundan el recurso hídrico, que puede ser explotado por el gobierno con una hidroeléctrica.
Para enamorarse, para escribir poesías o simplemente para descansar, es la zona ideal en El Valle para vivir la nueva aventura del turismo de montaña, un municipio perteneciente a la provincia Hato Mayor.
Es una verdadera terapia natural la que recibe el cuerpo cuando la correa de agua descarga en los hombros de los visitantes.
El lugar es frecuentado por turistas españoles y canadienses, que se alojan en el típico hotel “El 3”, ubicado a unos 4 kilómetros de El Valle, por la carretera que va al costero municipio de Sabana de la Mar, de donde se organizan las expediciones o excursiones al recurso hídrico, forrado por una espesa vegetación.
Localizado en una finca privada, propiedad de la hacendada Martha Frías, de origen español, El Zumbador es desconocido para la generalidad de los habitantes en El Valle, un municipio que se le atribuye su fundación al indígena Ycagua.
Está en la zona de amortiguamiento del parque nacional Los Haitises y para llegar a él hay que apartar enredaderas, cruzar pastizales húmedos y saltar orificios y agujeros sobre rocas que se han formado en la zona cálcica de la reserva científica.
La correa blanca que se forma con la caída tiene un grosor de más de seis metros de ancho por 35 de altura, cualidad innata del afluente.
Las plantaciones de helechos, pajones, moriviví, combinadas con la humedad de la zona, te van indicando que está cerca del escenario acuático, donde el cambio de temperatura se convierte en cómplice de la fauna y la flora que asaltan en el lugar.
El Zumbador es el salto más alto que se registra en Hato Mayor y se conserva como una melena de agua dulce que asombra a cualquier mortal.
Es un verdadero legado que da la naturaleza y que bien explotado podría convertirse en lugar ideal para una verdadera convivencia con la naturaleza.
Aquí los rayos del sol penetran lentamente a tierra, porque antes son atrapados por las hojas que van impidiendo el astro luz quemen la corteza terrestre, haciendo un juego astral con los árboles.
El Zumbador está rodeado de una espesa y exuberante vegetación de Helecho, Palma Real, Caobas y otras especies endémicas, que dan un toque de paraíso escondido al lugar.
Cuenta con tres chorros o cascadas de agua que se entrelazan y hacen simetría para caer a un charco donde los bañistas pueden apreciar carbón mineral, que abunda en la zona.
La abundancia de árboles y los silbatos de aves endémicas como el zumbador, paloma turquesa, barrancolí, ruiseñor, chinchilín y otras, convierten el lugar en zona privilegiada para el descanso y el disfrute.
Sin conocerlo, pero atraído por la fama que se le ha dado al grueso salto de agua, turistas españoles han expresado que “La naturaleza nació en El Valle y que termina en las aguas de El Zumbador”.
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