Washington.- La píldora azul Viagra celebra esta semana el décimo aniversario de su irrupción en el mercado farmacéutico de Estados Unidos, donde millones de hombres y sus parejas agradecen sus bondades. El 27 de marzo de 1998, la Administración de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos (FDA), dio su venia a la pastilla de citrato de sildenafil como tratamiento para la disfunción eréctil, un problema fisiológico que afecta a más de la mitad de los hombres entre 40 y 70 años de edad, según su fabricante, la farmacéutica Pfizer. Hasta entonces, las opciones para resolver el problema se limitaban a medicamentos que tenían que administrarse directamente en el pene mediante inyecciones, o supositorios, bombas de vacío para mantener la erección y hasta implantes. El éxito fue inmediato, aun cuando sus primeros consumidores se mostraban poco dispuestos a admitir que acudían a ella para combatir la estigmatizada impotencia. Pero esa renuencia comenzó pronto a diluirse y poco a poco fue creciendo el número de consumidores que admiten que se benefician de sus efectos hasta llegar a la cifra de unos 35 millones en todo el mundo, según Pfizer. Uno de los primeros fue el entonces senador republicano y ex candidato a la presidencia de EEUU, Robert Dole, quien encabezó una campaña de propaganda de televisión en todo el país para promover la pastilla azul. Al legislador siguieron ases del automovilismo estadounidense, beisbolistas y cantantes famosos. "Fue la revolución del Viagra", según el doctor Brian Klee, director del Equipo Global de Viagra en Pfizer, empresa cuyos ingresos por la venta de la pastilla fueron de 1.764 millones el año pasado, según cifras proporcionadas por la empresa farmacéutica.
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