( Algunas lectoras y lectores de “FAMILIA & SOCIEDAD”, me han pedido escribir sobre el tema de la infidelidad. Por ser un tema bastante complejo, se hace imposible hacerlo en una sola columna. Por ende, escribiremos esta primera parte y en otras publicaciones subsiguientes seguiremos sobre el tema.)
“Qué duro es olvidar una infidelidad”, he oído decir a distintas personas, llorando porque hacía uno, dos, más años que le pedía a Dios que le hiciera olvidar esta terrible experiencia de sentir “la traición”.
Sensación de tristeza, desconcierto porque sucedió con la persona menos esperada, y desde entonces ya nada es igual: “ya no siento lo mismo que antes”. Hay melancolía, pues “la herida” tarda en cerrar, y el dolor puede hacerse insoportable hasta poder decir: “a veces mi cabeza va a estallar”... entonces, se piensa en la separación para huir de esa situación.
El matrimonio como institución, ha sido cuestionado de manera fuerte como una institución ideológica de control y de coerción que permite la recreación del orden establecido. Al ser el matrimonio una institución social es difícil que la familia pueda modificar a la sociedad, más bien ocurre que lo social construye tanto a la intimidad como a la privacidad.
El tema de la infidelidad, de los amantes o de las relaciones extra-conyugales es uno de los puntos de partida para exaltar o desvirtuar a la familia y al matrimonio como el rector del statu quo, ideal, sólido e invulnerable.
La infidelidad es la experiencia más devastadora que puede vivir una pareja. Es la causa más aceptada para iniciar un divorcio; además de ser la comidilla de todos los chismes. Sin embargo, la infidelidad está basada en muchos mitos que al aceptarlos como realidades hacen que la infidelidad deba ser aceptada como algo correcto en la relación de pareja. De acuerdo con el autor Frank Pittman existen algunos mitos sobre el tema, puede que existan más y que los nombraremos a continuación :
- Todo el mundo es infiel, es normal y es un comportamiento aceptado.
- Las infidelidades son buenas, una infidelidad puede darle nueva vida a un matrimonio aburrido.
- El o la infiel no debe enamorarse de la o el amante.
- El/la amante debe ser más atractivo (a) que el/la esposo (a).
- La culpa de la infidelidad es del otro o la otra; de allí la necesidad de buscarse un (a) amante porque la pareja falló en algo.
- La mejor manera de manejar una infidelidad es hacerse de la vista gorda. En otras palabras “aquí no pasa nada” y se evita una crisis.
- Si una infidelidad ocurre, el matrimonio debe terminar en divorcio.
Algunos de estos mitos son reales en ocasiones. Algunas personas son infieles, algunas veces un matrimonio mejora después de que se detecta una infidelidad u otras crisis. También se encuentra que quien no está “enamorado/a” de su pareja corre un riesgo mayor de ser infiel. En otras ocasiones solo se busca sexo en una relación infiel.
Pero a pesar de todo lo anterior, aunque sean razones reales no necesariamente son correctas. (Continuaremos). (Nery es Psicóloga Clínica, Productora el BLOQUE IDEA EN T.V., ex – Consultora de Salud/Comunicación Estratégica del Banco Mundial….neryestevezr@hotmail.com….).
“Qué duro es olvidar una infidelidad”, he oído decir a distintas personas, llorando porque hacía uno, dos, más años que le pedía a Dios que le hiciera olvidar esta terrible experiencia de sentir “la traición”.
Sensación de tristeza, desconcierto porque sucedió con la persona menos esperada, y desde entonces ya nada es igual: “ya no siento lo mismo que antes”. Hay melancolía, pues “la herida” tarda en cerrar, y el dolor puede hacerse insoportable hasta poder decir: “a veces mi cabeza va a estallar”... entonces, se piensa en la separación para huir de esa situación.
El matrimonio como institución, ha sido cuestionado de manera fuerte como una institución ideológica de control y de coerción que permite la recreación del orden establecido. Al ser el matrimonio una institución social es difícil que la familia pueda modificar a la sociedad, más bien ocurre que lo social construye tanto a la intimidad como a la privacidad.
El tema de la infidelidad, de los amantes o de las relaciones extra-conyugales es uno de los puntos de partida para exaltar o desvirtuar a la familia y al matrimonio como el rector del statu quo, ideal, sólido e invulnerable.
La infidelidad es la experiencia más devastadora que puede vivir una pareja. Es la causa más aceptada para iniciar un divorcio; además de ser la comidilla de todos los chismes. Sin embargo, la infidelidad está basada en muchos mitos que al aceptarlos como realidades hacen que la infidelidad deba ser aceptada como algo correcto en la relación de pareja. De acuerdo con el autor Frank Pittman existen algunos mitos sobre el tema, puede que existan más y que los nombraremos a continuación :
- Todo el mundo es infiel, es normal y es un comportamiento aceptado.
- Las infidelidades son buenas, una infidelidad puede darle nueva vida a un matrimonio aburrido.
- El o la infiel no debe enamorarse de la o el amante.
- El/la amante debe ser más atractivo (a) que el/la esposo (a).
- La culpa de la infidelidad es del otro o la otra; de allí la necesidad de buscarse un (a) amante porque la pareja falló en algo.
- La mejor manera de manejar una infidelidad es hacerse de la vista gorda. En otras palabras “aquí no pasa nada” y se evita una crisis.
- Si una infidelidad ocurre, el matrimonio debe terminar en divorcio.
Algunos de estos mitos son reales en ocasiones. Algunas personas son infieles, algunas veces un matrimonio mejora después de que se detecta una infidelidad u otras crisis. También se encuentra que quien no está “enamorado/a” de su pareja corre un riesgo mayor de ser infiel. En otras ocasiones solo se busca sexo en una relación infiel.
Pero a pesar de todo lo anterior, aunque sean razones reales no necesariamente son correctas. (Continuaremos). (Nery es Psicóloga Clínica, Productora el BLOQUE IDEA EN T.V., ex – Consultora de Salud/Comunicación Estratégica del Banco Mundial….neryestevezr@hotmail.com….).
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